AMÉRICO MARTIN (Q.E.P.D.)
Contrapunteo ideológico de larga data
Más allá de los estudios que pudo haber recibido en materia teórica, Américo Martín era en la práctica de aquellos jóvenes venezolanos que conocía muy de cerca los ajetreos políticos de Rómulo Betancourt y de los correligionarios “adecos” de la década del 50.
Lo alcancé a conocer ya en tiempos otoñales actuales, siempre destellando una exquisita oratoria, pese a los años, con una memoria envidiable que solía poner en aprietos a sus adversarios en el fragor de los debates. Eran tiempos donde el comandante Chávez vivo, en medio de cada discurso elucubraba magnicidios venidos de ultramar y del imperio.
Américo solía decir al escuchar este tipo de peroratas palaciegas del tristemente célebre Comandante: válgame Dios, éste no le llega a los talones al coronel Delgado Chalbaud, quien fue asesinado a los 41 años producto de un magnicidio que tuvo como autor intelectual al General Pérez Jiménez.
Cuenta el otrora dirigente “Adeco”, que los captores del coronel Chalbaud, al parecer no tenían la intensión de matarlo, pero los acontecimientos sumado a la embriaguez de sus captores, terminaron apretando el gatillo que cambió la historia para siempre. Caso contrario al acontecido con Hugo Chávez, a quien literalmente lo sacaron de Miraflores por tres días para obligarlo a renunciar, y a la postre, tras una especie de resurrección o extraño arrepentimiento lo devolvieron al poder político venezolano, condenando a toda una generación a continuar flameando las supuestas banderas de la reivindicación social.
Chalbaud asesinado y la intentona golpista contra el Presidente Constitucional Rómulo Betancourt, eran dos registros básicos de la ruda configuración democrática en esta parte del Caribe que Martín lo llevaba bien presente. De allí que el pretendido heroicismo alrededor de la figura resucitada del Comandante Chávez, nunca lo inmutó en absoluto, por el contrario, le proporcionó esa capacidad de crítica y dominio de la historia del siglo XXI.
Américo Martin nos deja al margen de lo retórico, todo un bagaje de conocimientos compaginados con una experiencia en carne y hueso de aquella Venezuela que abrazó la democracia enarbolando la socialdemocracia Latinoamericana, y que alcanzó a conocer muy de cerca al que nació el mismo día que su líder Betancourt, el no menos insigne Víctor Raúl Haya de la Torre, como lo conversamos en las ondas radiales venezolanas, un día del cual siempre tendremos el recuerdo. Paz a sus restos maestro y las condolencias del caso para su honorable familia.