El fin de la pandemia…

JORGE CARRION RUBIO
3 min readSep 24, 2022

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¡Alabado sea el señor!

Nuestra vida es como el líquido elemento

que Dios provee

para conducirnos alrededor del planeta.

El agua cubre el 70% de este mundo

ancho y ajeno

con su fórmula secreta

famélica de masa.

60% de líquido somos

y volveremos a ser

porque todo polvo termina

en alguna orilla

en algún noser.

Este es, sin duda, un discurso bohemio,

de la verdadera bohemia

del líquido elemento,

aquel que no te embriaga,

y sin embargo,

corre por tus venas abiertas

por tu océano existencial

que te da vida e inunda,

que te sacia la sed y te ahoga.

Pues de resultas,

todo este discernimiento emana

de un cerebro compuesto

por un 79% de agua.

Es más, al escribir estas líneas

dándole al teclado

advierto que mis células

están llenas de tan bendito líquido.

Así, vine a parar a este mundo cruel,

como una gota de agua

en medio de la mejilla de mi madre

que lagrimeaba de alegría

al verme gritar y llorar

por tan craso error planetario.

Y digo error

porque mi planeta ideal habría sido el de mi perro,

tan querendón y leal,

tan juguetón y fiel.

Pero vine a parar a este valle de lágrimas

y aquella misma gota de agua alegre

terminó deslizándose tristemente por mi rostro

la tarde fúnebre

que vi partir a mi adorada madre

fuera de este mundo.

Como se paran las aves en sus nidos,

abren el pico bajo el calor de su madre

y luego cantan, danzan,

vuelan, se alborotan,

así me llegó el día

que me tuve que ir más allá del allá

que había imaginado.

Me di cuenta que solemos ser aves migratorias

cuando se nos cae la noche,

cuando crecen la sombras tras el declinar del sol

y nos persigue la oscuridad, el infortunio.

Dicen que todos venimos así,

mágicamente.

Yo tengo mis dudas,

creo que más allá de magia,

fui enviado para algo,

tal vez el sólo hecho de pensar en esto,

responde a mi pregunta.

Tanto golpe recibido

debe romper algún cántaro reflexivo.

¿Por qué ocultar nuestros difuntos

si todos somos hijos de Dios?

Incluso los olvidados.

Por qué no dar el pésame,

no dar las gracias,

no dar hospedaje,

no dar un plato de comida,

no dar amor en medio de tanta muerte

no dar agua en medio de tanta sed.

Tendrán perdón del creador

aquellos personajes insensibles que nos circundan,

sepultando vidas,

como si fueran piedras,

aquellos que de lejos parecen

y de cerca son el propio enterrador,

frio y mordaz,

de sus mismas muertes.

Sin embargo,

una de las lecciones aprendidas

a golpe de caminar con desventura

y así detener estas heridas

es llenarme del creador de todo esto

y saber que él tiene un gran plan para mi vida

y en consecuencia

para todos los que por alguna mágica razón

me escuchan, leen y me siguen.

¡Algo bueno ha de pasarnos

en el nombre del creador!

(Isaías 30:18, 40:31, 53: 5, Efesios 1: 3, Jeremías 29:11)

Es el fin de la pandemia,

¡Alabado sea el señor!

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JORGE CARRION RUBIO
JORGE CARRION RUBIO

Written by JORGE CARRION RUBIO

Soy tal vez aquella brisa que acaricia tu existencia, es decir, escritor, poeta, periodista, hombre de a pie. Si me buscas en google reconocerás mis pasos…

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