PERÚ: QUEMANDO ETAPAS

JORGE CARRION RUBIO
8 min readMay 13, 2021

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Ha llegado la hora de sentar a la mesa a ambos candidatos, y decirle al mal menor, incluso al mal mayor, que 200 años después sí hay futuro promisorio a la vista. Que todo depende de no reincidir en el abismo de la corrupción capitalista o de la negación de la negación instaurada por el marxismo leninismo.

Hay etapas de la historia que no se llegan a quemar, son como tareas pendientes en el subconsciente ciudadano que en algún momento retornan cíclicamente tal cual como alguna vez se presentaron. Y hay caudillos que se cuelgan de esos ideales, de esos discursos ubicados en las entrañas del pueblo pobre, generalmente olvidado por sus gobernantes, para adormecer a las masas y llegar al poder.

Así apareció Hugo Chávez en la otrora Venezuela saudita, para quemar la etapa de la revolución cubana en un tiempo donde Fidel ya había colgado los fusiles. Es que Venezuela fue el único país de Sudamérica que no pasó por experiencias revolucionarias en tiempos del “Che” y la lucha armada. Nos contaba un gran amigo, el Coronel Arturo Castillo Maches (Q.E.P.D.), cuando ya en retiro fungía como Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y realizábamos eventos eminentemente culturales e históricos con nuestra Fundación (Aún la política no se había exacerbado con los cuentos revolucionarios del Comandante); nos contaba, repito, que los comunistas cubanos por aquellos años 60 estuvieron a punto de ingresar a Venezuela, y descubriéndose su inoperativo brazo izquierdo que nunca se me ocurrió preguntarle la razón de su lesión, me dijo: “este brazo lo perdí producto de un balazo recibido en nuestro enfrentamiento frente a los comunistas cubanos”. Nosotros impedimos que penetrara el comunismo en Venezuela.

(De izquierda a derecha) Embajador de Colombia en Venezuela; Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Crnel. Arturo Castillo Máchez (Q.E.P.D.); Embajador del Perú en Venezuela, Luis Santa María Calderón y Presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela en Roma-Italia; conmemorando el 225 aniversario del natalicio del Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, en la ciudad de Caracas.

Sin embargo, habían transcurrido varias generaciones y estas historias eran anónimas para los jóvenes de 1998, que veían con buenos ojos al Comandante rindiéndole pleitesía a Fidel Castro. Teñir las calles caraqueñas de uniforme comando con boinas rojas, no para dispararle al pueblo, como arengaba el comandante, sino para defenderlo y reivindicarlo ante la historia, tenía un extraño atractivo incluso para las clases acomodadas del país caribeño que andaban cansadas de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera y sus eternos contrapunteos de uso y abuso del poder entre el Acción Democrática y el Partido Social Cristiano COPEI. “Eramos felices y no lo sabíamos” suelen decir ahora en lontananza los venezolanos expulsados de su propia patria por un sistema actual increíblemente excluyente.

Pero volvamos a los caminos que condujeron a que Venezuela queme su frustrada experiencia revolucionaria de los años sesenta en las postrimerías del siglo XX e inicios del XXI. Descubriremos que se sumergió al país en la tristemente célebre revolución bolivariana, convocando a un referéndum electoral para la constitución de la nueva República, con una constitución hecha a la medida de los nuevos huéspedes del poder político venezolano. Una conjugación cívico militar subordinada a los dictados de La Habana que tenía después de Chávez, al discípulo proletario Nicolás Maduro, aleccionado en la isla por el G2 cubano. Como lo explico en el libro “Hugo Chávez: somos libres seámoslo siempre”, queda la duda de si el comandante ya le había servido a los cubanos lo suficiente como para considerarlo un estorbo en las pretensiones hegemónicas de subordinación económica:

“A manera de reflexionar sobre estas anécdotas, nos preguntamos en voz alta, tantos experimentados hombres de poder que rodearon al comandante, que le enviaron guardaespaldas de mil batallas para cuidarle su vida por donde quiera que fuera, y sin embargo, no hubo médico de cabecera que lo chequeara periódicamente, que se preocupara por el Hugo Chávez de carne y hueso, a quien le da gripe y cólicos como a cualquiera de nosotros”…

Ha pasado el tiempo y los venezolanos que inicialmente salían de turismo a recorrer el mundo durante los inicios de su gestión gubernamental, han terminado siendo expulsados más allá de las fronteras hasta literalmente “caminando”, en condiciones migratorias de indigencia jamás imaginadas.

Ubicándonos en Perú, estamos a puertas de ingresar a un nuevo centenario independentista, se cumplirán 200 años del ingreso a la historia republicana sin mediar ningún disparo por parte del prócer argentino Don José de San Martin para proclamar lo que conmemoramos como independencia. Pero, esta ubicación actual trae matices emparentados con una regresión que pretendería quemar una etapa de la histórica republicana aún ajena al pueblo de a pie. Y esa etapa tiene que ver nuevamente con Venezuela y su oleada de apoyo e identificación reivindicadora por parte del candidato Pedro Castillo, que no por casualidad representa a un partido político cuyo nombre resume su presencia: “Perú Libre”. Aparentemente, como en aquel tiempo fue necesario que un venezolano con un ejército de colombianos hiciera acto de presencia en esta parte del continente para consolidar la independencia del sur en Junín y Ayacucho, pues la aristocracia limeña no estaba convencida de la república, sino por el contrario pretendía reinstaurar una monarquía, como lo planteaba el propio José de San Martín, pese a que los pueblos se debatían entre la servidumbre y el olvido. Así aparece en escena este movimiento político con aires eminentemente bolivarianos, incluso en las últimas horas con su coincidente gubernativo “Plan 200”.

Con todos estos antecedentes, los peruanos nos encontramos en el dilema ético y emocional de elegir un gobierno bicentenario que represente el mal menor. Y hasta esta parte del camino, sin duda, el mal menor sería el partido del “lápiz”, pero, he ahí el detalle, el “lápiz” y su simbolismo que emula tal cual las calles de La Habana en plena revolución cubana, pierden en automático consistencia histórica al alienarse identificándose con ideales fracasados como el cubano y venezolano. Una vez más nos encontramos ante una relación traída de los cabellos, que no tiene nada que ver con esa reivindicación histórica, bicentenaria que todos esperamos, sino con un proceso comunista fallido.

Debo aceptar irremediablemente que para mi caso, el hecho de haber vivido internamente en Venezuela esta etapa quemada “literalmente” a destiempo por un proceso revolucionario del siglo pasado, hace que el respetable voto en blanco o viciado sea una opción posible, al menos hasta hoy que escribo estas líneas.

MÁS ALLÁ DEL CONTRAPUNTEO POLÍTICO: ES TIEMPO DE SEMBRAR EL COBRE

No porque no sean confiables debido al inusitado resultado de la primera vuelta, podemos dejar de lado las encuestas que empiezan a registrar empates técnicos, por el contrario queda claro que los sectores D y E son los más apetecidos por los candidatos y los más afectados por la falta histórica de gobierno: hospitales “elefantes blancos”, falta de camas UCI, oxígeno, etc., donde no se salvan ni el sector privado literalmente administrado por Fuerza Popular, ni las gobernaciones regionales administradas literalmente por Perú Libre.

Una vez más vuelven a trascender las promesas de los candidatos en el imaginario del elector peruano, y salen a relucir los más disparatados ofrecimientos que generan interrogantes como: ¿qué pasará si se expropian o nacionalizan las minas en Perú? Y la respuesta trae consigo el ejemplo venezolano. ¿La nacionalización de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) ha traído riqueza al hermano país caribeño o todo lo contrario?. Ni siquiera los habitantes circundantes a los pozos petrolíferos han mejorado su calidad de vida en tiempos actuales. Y lo que es peor, esta hipotética nacionalización minera se produciría en tiempos donde el cobre es uno de los minerales imprescindibles para la distribución eléctrica, el cableado de las edificaciones, tuberías de agua y gas o sistemas térmicos, para la fabricación de autos, trenes, aviones, barcos, computadores en la industria de la conectividad de banda ancha. Es decir, imprescindible para el crecimiento económico del país.

Apostar por un retorno hacia la hiperinflación de los ochenta, que tuvo como eje de partida el gobierno de facto de Juan Velasco Alvarado en la década del 60, iniciador del proceso expropiatorio, y que más adelante tuvo un híbrido estatista durante el primer gobierno de Alan García Pérez; es apostar por una tragedia humanitaria que ha desatado expropiaciones en Venezuela, que no tienen punto de retorno a la normalidad.

Hay que superar el Estado fallido que se niega a comprar camas UCI y vacunas sin coima de por medio. Hay que reformar y construir un Estado que distribuya adecuadamente la riqueza que le cobra a los privados. En tiempos donde todo está computarizado, las auditorías deben ser la clave en la lucha contra la corrupción, como sucede en países desarrollados. Poco o nada puede hacer un funcionario ante las evidencias auditables que saltan a la vista con tal sólo darle un click al computador. Un Estado más justo es el que deja a los privados hacer negocios, invertir, y que cobra impuestos justos para distribuirlos a los más pobres.

Lo que hay que pedirle al nuevo gobierno bicentenario es ver cómo desarrollar innovación tecnológica en la minería y cómo lograr alianzas entre el sector público y privado en vez de estar creando contrapunteos ideológicos que sólo son un saludo a la bandera, una exacerbación de patriotismo al entonar el himno nacional, cual modelo venezolano supuestamente patriótico, que tras dos décadas de revolución aún continúa exportando petróleo crudo, cuando debería estar vendiendo petróleo refinado. En el caso peruano, hay que recuperar lo que venimos perdiendo por falta de inversión en investigación y desarrollo, pues mientras Chile vende una mayor cantidad de cobre refinado, Perú exporta concentrado de cobre (que está menos procesado y cuyo precio es menor en el mercado).

La minería, como decía Hernando de Soto es un mercado gigantesco, que no sólo tiene al cobre como protagonista, sino que genera dividendos a partir de los sectores asociados a la industria en general. Y países como el nuestro tienen su propio desafío. El mayor productor de cobre a nivel mundial, Chile, no tiene grandes proyectos mineros nuevos a futuro, mientras que Perú tiene un amplio espectro minero para crecer, debido a que no registró el mismo desarrollo chileno en las décadas pasadas y ahora es la principal atracción internacional para las empresas privadas en el mundo.

Como sucedió con el Comandante al llegar al poder caribeño, algunos eran más optimistas que otros y siempre habían escépticos que pensaban que el mercado del petróleo terminaría por ajustarse para volver a un precio normal, cercano al registrado en los años previos a 1999. Por cualquier razón, algo era seguro, había que “sembrar el petróleo” en estos tiempos de bonanza como lo escribió y explicó no una sino muchas veces en su programa televisivo “Valores Humanos”, el gran escritor Arturo Uslar Pietri. Y ese fue el discurso que llevó al poder en materia económica al Comandante, aquella “siembra del petróleo” en las alicaídas mesas del pueblo pobre venezolano. Pero qué va, dos décadas después las ollas rechinan su fórmula famélica de masa en la Venezuela de Maduro. En cualquier caso, aquí en Perú estamos a puertas de que con el alza que se viene registrando hasta ahora, los gobiernos de Chile y Perú, principales productores de cobre a nivel mundial, tendrán un futuro menos complicado en términos financieros, pese a la pandemia. Y en teoría este dinamismo económico debe generar un mayor nivel de vida en la población, una mejora en las finanzas públicas, y lo más importante, “sembrar el cobre” para que cuando venga una nueva caída en los precios de este mineral, el pueblo haya recibido los beneficios de esta siembra y esté preparado en otras áreas también de envergadura mundial como la agricultura y la pesca, pues a no dudar que se viene una crisis alimentaria.

Ha llegado la hora de sentar a la mesa a ambos candidatos, y decirle al mal menor, incluso al mal mayor, que 200 años después sí hay futuro promisorio a la vista. Que todo depende de no reincidir en el abismo de la corrupción capitalista o de la negación de la negación instaurada por el marxismo leninismo. Que hay un Cristo a punto de fallecer que nos indica el camino adecuado para un Perú mejor y próspero, y a sus costados, un mal y buen ladrón observando aquel camino despejado, y todo un país esperando que ambos candidatos no hagan oídos sordos a aquella encíclica bíblica: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

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Written by JORGE CARRION RUBIO

Soy tal vez aquella brisa que acaricia tu existencia, es decir, escritor, poeta, periodista, hombre de a pie. Si me buscas en google reconocerás mis pasos…

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