FALCAO

JORGE CARRION RUBIO
4 min readOct 7, 2021

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Nuestro ex “pana”, hoy “pata”, Juan Carlos Molero, “Falcao”, tras una operación a los meniscos que lo ha obligado a pasar al retiro deportivo.

Paulo Roberto Falcao tenía unos shuts espectaculares rumbo a España 82, pero no voy a hablarles de Paulo Roberto ni tampoco de fútbol, les voy a hablar de mi amigo Juan Carlos, mejor conocido como Falcao y de su lesión de futbolista, pese a estar reñido con la práctica más no con la prédica de este magnífico deporte. En otras palabras, “hablando”, nuestro querido Falcao hace todo tipo de goles y gambetas tras su retorno al Perú, luego de haberse residenciado por varios años en el caribe venezolano, tantos que hasta terminó opinando de béisbol y política, “deportes” preferidos de los venezolanos. Y digo deportes porque, valgan verdades, por los kilómetros de marchas y contramarchas, discursos y contrapunteos supuestamente ideológicos, hacer política en tierras llaneras es literalmente hacer deporte.

Así pues, su principal carga emocional ha sido la política, sin duda. Un morral o “mochila" muy pesado sobre el lomo débil que cualquier emigrante soñador sediento de justicia tiene que sobrellevar. Y como todos, su partida de retorno a su patria originaria tiene que ver con la toma de poder del sucesor del comandante que ya se había hecho familiar, rutinario en su diario existir en tierras bolivarianas, pero que ante su ausencia física dejó un vacío difícil de llenar.

Tuvo algo que ver la necesidad de permanecer en ausencia de esa autoridad carismática del otrora comandante supremo, pues a conciencia de ese déficit de gracia, Falcao como muchos seguidores del proceso bolivariano, veían a Maduro procurar compensar lo perdido, replicando al pie de la letra, al pie de los gestos y muletillas, al pie del cañón, el discurso populista de su mentor y reproducir tal cual la escena mesiánica, política, del elegido frente a su elector, del salvador y su salvado. Y como no hay populismo sin una construcción discursiva del contrario, que para este caso puntual es apodado: escuálido y/o imperio; no hay líder que no se ejercite contra el enemigo imaginario mediante un juego de palabras cada vez que toma el micrófono: «Hay que luchar contra los pelucones que odian al pueblo» o «esta es tierra sagrada que no puede ser tocada (…) por bota imperialista jamás». Frases contestatarias contra enemigos internos y externos de la revolución, necesarias para la salvaguarda del poder.

En tal sentido, como en las sectas satánicas, este manejo maniqueo del espectro sociopolítico ha terminado reforzando el culto casi religioso al comandante eterno. No hay lugar urbano o rural donde el ojo avizor del comandante aparezca estampado, como en su momento lo hiciera el símbolo del “Che” Guevara para la revolución cubana. Es un intento tangible por perpetuar la presencia vigilante del líder supremo hasta en el rincón más olvidado del llano venezolano. Las edificaciones construidas en el marco de la misión vivienda llevan la firma gigantesca del difunto en sus fachadas. De igual modo acontece con la lencería y vajillas que equipan las viviendas, todas ellas llevan la rúbrica del comandante. Son la mejor prueba de que Chávez vive cual mesías más allá de lo terreno. De allí que no nos extrañe que para Maduro, Chávez sea «el líder militar más importante de la patria en los siglos por venir, después de Simón Bolívar».

Y esta alegoría no se circunscribe solo a Venezuela, sino que trasciende fronteras y viene escondida en las ilusiones perdidas de los que abandonan físicamente el proceso, más no espiritualmente porque la posesión y procesión va por dentro, continúa vigente a través de las redes sociales, ocultas dentro de sus morrales, de sus afanes existenciales. Se van, se retiran físicamente, en medio del discurso divisor del sucesor del comandante, y de su adoración al hombre convertido en pajarito, que le viene a dar las buenas vibras del proceso por donde quiera que vaya.

Así nuestro apreciado Falcao, ya de vuelta en casa, recibe noticias pintorescas a lo lejos de sus otrora correligionarios, que hablan de dádivas como el caso de la doña que literalmente recibió una espectacular camioneta de manos del presidente, solo porque el azar jugó a su favor y se le atravesó a la caravana presidencial, tras haber sufrido una avería su inveterado auto: «Saca todo de tu carro y te vas en esta camioneta [la presidencial] que yo mañana te entrego una igual», le susurra en el oído el mismísimo Maduro.

Como para no creerlo. Tal vez no debí abandonar el proceso, dicen muchos Falcaos en lontananza.

O la vez aquella en la que le arrojaron un literal mango podrido a Maduro y éste a cambio gratificó a su agresor con una vivienda.

No puede ser, quizás debí esperar a que me caiga un “mangazo” en el Caribe porque aquí las cosas tampoco son nada fáciles, piensa silenciosamente Falcao ahora en el Pacífico. No puede ser que Maduro supere en milagros al propio comandante. Lo cierto es que, tales milagros publicitarios parecieran diluirse, no obstante, en el mar de dificultades por el que Venezuela naufraga desde el arribo al poder del bigotón.

Entre tanto, lo real y tangible es que la joya mejor guardada en el Caribe para nuestro estimado Falcao, no tiene nada que ver con la política, sino con su amor filial, inquebrantable a su adorada hija, sin duda, su miss Venezuela que está por encima de cualquier discusión política. Por allí se van sus pasos, ahora un poco tocados no por el azar de San Nicolás, sino por un traspiés motorizado provocado por el desenfrenado tráfico limeño. Por allí se va cojeándole a la vida, cual famoso pelotero existencial, Falcao defendiendo sus ideas, sus causas, y lo más importante para nosotros sus amigos, con su “causa” literal, su ceviche, su “pollada” solidaria, que en la práctica, son la mejor prueba de la revolución de sus ancestros que con todos sus defectos está años luz, mucho mejor equipada que la triste revolución bolivariana, como lo corroboran los miles de venezolanos que viven en el Perú.

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Written by JORGE CARRION RUBIO

Soy tal vez aquella brisa que acaricia tu existencia, es decir, escritor, poeta, periodista, hombre de a pie. Si me buscas en google reconocerás mis pasos…

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