PROFESIÓN CAMBISTA

JORGE CARRION RUBIO
3 min readMay 22, 2022

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Más allá de cualquier parafraseo, la cita literal existe en la figura de mi amigo César Campos, de profesión cambista en el jirón Ocoña de Lima.

Hoy acudí a Ocoña a cambiar monedas y recordé las veces en las que la devaluación convirtió el sol en millones de intis. Para los que no vivieron estas épocas, es probable que piensen que llenarse de millones es hacerse millonario. Pues déjenme decirles que es todo lo contrario. Así, me tocó dejar mi país de origen, hecho pedazos monetariamente. Por paradojas de la vida tras mi larga estancia en el caribe, aquella moneda libertadora que cuando llegué se codeaba con el dolar, terminó devaluándose al extremo de cambiar de denominación, no una sino muchas veces.

No sé Cesitar, le contaba a mi amigo el cambista, que contando es un experto, como que me persiguen este tipo de escenarios monetarios que a ti te dan existencia. Quién iba imaginar, es tu profesión.

Sin embargo, me gustaría escribir sobre la liquidez de este extraño noser o quizás sobre este siempre he de ser; sobre la moratoria del bolsillo y la billetera adolorida; sobre aquella fe hecha esperanza pidiendo paciencia en plena oficina de empleos; sobre los despidos insensibles producto de si llegan o no llegan las vacunas; sobre los patrones que en medio de su insensibilidad han terminado yéndose de este mundo abrazados de sus cosas; sobre la supuesta reactivación económica que sólo reactiva a los de arriba, mientras los de abajo, que son los más, observan sus placeres monetarios; sobre los ministros de economía que casi siempre son banqueros expertos en movimientos bursátiles que para las masas sólo provocan maremotos demenciales; sobre el retiro del fondo privado de pensiones que tras largos años de solicitarlos, se han venido devaluado hasta tan sólo alcanzar para el cumplido; sobre aquella firma pandémica que ahora en esta hora llaman suspensión perfecta de labores, donde lo único perfecto es comprender que te acaban de lanzar una patada en el culo; sobre aquello de que nada hay en el entendimiento sin que haya pasado por nuestros sentidos, como escuchar que alguien dice que la economía decrece, el empleo cae mientras la gasolina sube y lo único que se entiende es que el ministro de economía habla bonito, habla de cifras redondas, mientras la vida se nos pone cuadrada, color de hormiga; sobre lo cierto de esta certidumbre de saber que lo que no pagamos hoy lo pagaremos mañana, y lo que no paguemos mañana lo pagarán nuestros hijos en un futuro no muy lejano; y finalmente sobre la literal comprensión de haber sido engañados, y que no hay tal ciencia económica, sino una simple y llana inconsciencia humana que va sobre nosotros, destrozándonos la vida.

Pudo haber sido de otra manera y no fue Césitar, yo parado en esta piedra, sin hallar donde sentarme, desocupado, infausto, pavoroso, a la orilla de esta especie de Sena llamado Rímac, donde sólo navegan desperdicios de basura y desesperanzas; y tú con tu chaleco amarillo cargando fajos de dólares, tú que no terminaste economía y pese a ello, arrancas rictus a la gente tras convertir cientos de dólares en miles de soles. Y aún así andas “misio”, con tu crisis a cuestas. Suenas como a “Monsieur” francés, pero por ser peruano eres sólo un “misio” más para las chicas, que al ver los dólares se alborotan.

Pudo haber sido de otra manera, tal vez, por qué no, sin ese ruido triste que emiten nuestros cuerpos cuando hambrunan, sin el tipo de interés que caracteriza a los corruptos, sin callar las obras inútiles que propician los políticos. Pudo haber sido un poema económico pero siento que me sale caro y rebelde cada párrafo, cada parafraseo, cual clamor vallejiano.

Pudo haber sido como todo poema, más calmado, pero qué va, la gente se ha acostumbrado a vivir en un estado de emergencia permanente, de allí que siento que, no hay poema que tenga la capacidad de contarlo todo, es decir, que tenga la capacidad de describir los húmeros puestos a la mala producto de la pobreza que baña a medio mundo y lanza nuevas amenazas.

Cesitar, hoy te hice cantar a lo Sinatra, sólo para poder digerir nuestras tristezas y poder mirar la pobreza que callamos con cierta sutileza.

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JORGE CARRION RUBIO
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Written by JORGE CARRION RUBIO

Soy tal vez aquella brisa que acaricia tu existencia, es decir, escritor, poeta, periodista, hombre de a pie. Si me buscas en google reconocerás mis pasos…

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