UNA ESTATUA PARA EL “PROSOR”
Prosor, estoy admirado y admirado resulta mezquino de mi parte, tacaño, porque no le hace a usted justicia. A decir verdad, ¡prosor, estoy postrado! A usted lo tienen condenado a una prisión preventiva por 36 meses, investigado por el presunto delito de organización criminal y otros. Y usted refunfuña emulando sin darse cuenta al gran tres patines en la tremenda corte: ¡cosa más grande de la vida chico!¡Qué tal 7 de diciembre de 2022 tan 5 de abril de 1992!¡Qué paradoja cuántica tan peruana, dos mandatarios electos por el pueblo condenados a un mismo presidio: Barbadillo! ¿Cómo no hay en el país un Mario Puzo capaz de escribir la bravata del corrupto castigado? ¿Dónde hay un Francis Ford Coppola para que luego dirija a nuestros “Padrinos y Don Corleones peruvianos”? Será esta una prueba que el arte en nuestro país anda bajo cero, puesto que acontece este portento de acontecimientos y los supuestos “escribidores” escriben poemas interiores y los más atrevidos hablan de golpes humanos intrascendentes, faranduleros, supuestamente de genios.
¡Qué aporte el suyo Prosor a la recuperación nacional! ¡El Aleluya de Georg Friedrich Händel navideño queda corto ante usted y su prosapia aparición en la escena política peruana! ¡Usted es culpable, Prosor! ¿se da cuenta de lo que significa ese detalle? ¡Es usted un culpable! ¡Usted es nada menos que el primer peruano literalmente provinciano, domiciliado en Puña, Tacabamba, Chota, Cajamarca, culpable de algo! ¡Guardando las distancias, entre Santiago de Chuco y Puña, es usted una especie de Vallejo incendiario preso en la cárcel de Trujillo en este 2023! ¡Usted ha superado al supuesto compatriota peruano-japonés, que hasta el día de hoy ha recibido una condena!¡Usted es el primer corrupto netamente peruano que merece un castigo, porque sus pares étnicamente similares tienen un Harvard curricular o un antecedente castrense que aletarga sus sentencias! ¡La suya va más rápido, se aligera en los juzgados porque usted es un bien nacional, un ser ecológico para oxigenar el medio ambiente político de la actualidad!
Prosor, ¿Cómo va usted a introducir un recurso denunciando la violación de sus derechos al debido proceso, pidiendo que se dicten las medidas de corrección y que resuelvan la ausencia de imputación concreta respecto del delito de Rebelión? ¿Cómo es eso de que usted se considera inocente? ¡Prosor, usted dio un golpe de Estado y con el golpe se queda!¡No se mueva de allí, por todos los Santos de Lima, aunque se declare ateo! Le participo, desde luego, prosor, que yo a ciencia cierta no sé si las acusaciones de la fiscalía sean justas o no, puesto que jamás me he dado en la tarea de ser policía y disto mucho de haber estado en su despacho de Palacio de Gobierno o de Sarratea, cuando usted decidió iniciar esta trama de cometer delitos de organización criminal, tráfico de influencias y colusión, llegando al extremo de dar un golpe de Estado en cadena nacional. Tal vez usted nunca se dio cuenta de que todo lo que venía haciendo eran delitos. ¿Quién soy yo para dudarlo? Tal vez usted sólo multiplicaba los panes y peces que escondía en el baño de Palacio de Gobierno, cual Nazareno del siglo XXI, como lo explicó en el Cusco: “Voy a contarles un secreto que no quería decirlo, pero vengo a decirlo aquí en Vidawasi. Estaba haciendo la “chanchita”, he estado haciendo los ahorros para darle a los niños, para salvar a los niños huérfanos del país y que lo voy a sustentar en cualquier momento”. Nunca terminó de sustentarlo prosor, tal vez no le dimos tiempo para hacerlo.
Pero usted era Presidente de un país. Y por cierto un Presidente “sui generis”, puesto que había llegado al poder condenando la corrupción de absolutamente todos sus antecesores. Entonces, no podía fallar, no podía tomarse esas licencias de desconocimiento del tejido de actos de corrupción imperantes en el sistema. Basta recordar los escándalos de corrupción durante los gobiernos de Alejandro Toledo (casos Almeida, falsificación de firmas, Margarita Toledo, etc.), Alan García (casos Petroaudios, narcoindultos, colegios emblemáticos, etc.), gobierno de Ollanta Humala (caso Chehade y caso Nadine Heredia por lavado de activos y usurpación de cargos), gobierno de PPK (por lavado de activos en agravio del Estado) y Martín Vizcarra (por corrupción en el caso “Club de la construcción”, manejo mortal de la pandemia, etc.). Basta todo ello para afirmar que el problema de la corrupción en el país es confuso y que merece una estrategia diferenciada para su combate porque no todos los tipos de casos [de corrupción] se pueden investigar, analizar o combatir con la misma estrategia. De allí que, lo único que se entiende de todo esto es que usted no dio la talla Prosor, hizo negocio o negociaron con usted, como quiera que sea, cual libreto de Roberto Gómez Bolaños, lo más probable es que usted se quede mirando a las cámaras de la historia y sólo atine a decir: ¡se aprovecharon de mi nobleza!
Pero ahora usted ha pasado a la posteridad. Fíjese: Alan García se compró una serie de predios miraflorinos gracias a su supuesto verbo florido y murió dándose un tiro en la cien, como un “pedro navaja” decentísimo. A Alejandro Toledo, aunque no le creen que sus mansiones fueron compradas por su afortunada suegra, la justicia no se apura en condenarlo porque el hombre continúa apadrinado judicialmente por ser un hijo de Harvard. Lo mismo acontece con el padrinazgo castrense que imposibilita que el caso de Ollanta Humala y Nadine prosperen a nivel judicial. Qué se puede decir de Keiko que se ha visto obligada a deshacerse del gringo “Mark”, para recuperar su arraigo domiciliario y no estar sujeta a cárcel mientras se procesa su veredicto judicial. Hasta los jueces más aplaudidos del Perú tras ser acusados por patrocinio ilegal, tráfico de influencias, negociación incompatible, organización criminal e infracciones a la Constitución, logran evadir a la justicia y se fugan a la madre patria, como el juez Hinostroza, con derecho a grandes reportajes en Europa y fama de hombre honorable, mientras se demuestre lo contrario. Alguien mucho más cercano a usted, mi estimado Prosor, logró evadir a la justicia instalándose, según informan algunas fuentes, nada más y nada menos que en la otrora Venecia americana. Se trata de su tristemente célebre Ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas, quien se jactaba de tener como experiencia en la cartera ministerial, su “licencia de conducir”, ahora mucho más válida, gracias a la venia de Nicolás Maduro, otrora chofer de buses del Metro de Caracas. Hasta el dueño de la casa de Sarratea, Alejandro Sánchez, donde tantas “cuitas de amor” tuvo usted con Karelim López y Betsy Rodriguez, ha logrado evadir a esa misma justicia que usted no ha podido quitársela de encima mi querido Prosor. Mejor dejamos de enumerar a los evasores compulsivos de la justicia peruana, a esa especie de seres invisibles como PPK, Susana Villarán, entre otros, y más prófugos como Fray Vásquez, personajes familiares que lo pueden hacer sentirse mal.
Pero usted, Prosor, ¡usted puede exhibir con orgullo su etiqueta!¡Usted es el único culpable!¡Usted es el único corrupto oficial en medio de esta historia de hombres honorables!¡Brindemos!, pero no con Dina ni con Vladi, ni con ningún personaje que se les parezca.
Yo propongo una estatua, Prosor. Una estatua en Puña, en su Santiago de Chuco existencial como diría Vallejo, y con garantizada frecuencia de palomas. La llamaremos: “La estatua del único culpable”. La alucino alegórica y, desde luego, no ecuestre. La imagino escultural y laboriosa, como quitándose de encima toda esa grasa de pellejos y máscaras que lo han venido cubriendo, disfrazando, impidiéndole ver más allá de sus narices, y lo más importante, impidiéndole ser lo más original posible, lo más cercano al pueblo pobre, luchador y honesto que por error lo trajo al mundo de la política peruana.
JCR / UNIDAD DE INVESTIGACIÓN DE LA FUNDACIÓN UNIVERSIDAD HISPANA