VOLVEREMOS A LEVANTARNOS

JORGE CARRION RUBIO
3 min readJun 14, 2022

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¿Para qué tener una pelota si no hay con quien jugar una partida? solemos decir cuando nos faltan amigos para armar una “pichanga”, “caimanera”, o como quieran denominar a nuestros juegos de barrio. ¿Para qué ponerse alegre o triste si uno gana o pierde una partida, cuando lo importante del deporte es competir? Así es el fútbol como la vida. No hay opción para términos medios, no hay empate que valga, como de alguna forma alguna vez nos describió José Ingenieros en “El hombre mediocre”. O se gana o se pierde. Sólo nos queda entender que la vida es así, no una sino muchas veces, triste hasta cantar en su pena, pero también alegre. Ya me siento mejor de sólo saberlo, ya lo decía.

Se oye el silencio de la hinchada desgarrada, la ilusión de su deporte favorito: Qatar 2022, hecha pedazos. Definitivamente la tarde ha estado triste hasta cantar en su quena, porque esta tristeza es tan peruana como sus melodías despechadas.

Hay alguien que ha planificado esta venganza “soccera” que hace cuatro años en Rusia no nos fue adversa. Y tiene nombre y apellido, Graham Arnold, DT Australiano, que le ganó la partida al flaco Gareca. Creo que por el honor de todo lo vivido, Gareca no se puede ir de Perú dejando la sonrisa de un payaso “soccero” que bajo los tres palos, más allá de la suerte de unos penales que arrancar parecen la esperanza peruana, no le llega a los talones a nuestro gran Pedro Gallese.

¿Qué le vamos a reprochar nada a Lucho Advíncula o a Valera, si ellos al igual que nosotros querían como nadie que el balón ingrese a la red para gritar gol y clasificarnos? Cuando se termina en esta ruleta rusa de los penales ya no se es dueño de nada. Todo depende del azar, de los nervios, de la prohibición de errar y donde nadie es infalible. Si lo dudan, recuerden la amargura y tristeza de Maradona, Baggio, Messi, entre otras luminarias.

El llanto de Advíncula abrazado a Carrillo, detenía las lágrimas de esa hinchada rojiblanca que no tiene fronteras, que vuelve corto el camino entre Rusia y Qatar, invirtiendo lo que no tiene para saberse millonaria de amor por el Perú. Éstos son los verdaderos barras bravas que conocen la alegría y a su vez la contraparte de entender que esta vez no nos tocó disfrutar de ella.

No hay nada que reprochar, nada qué decir, aunque de buenas a primeras en medio de nuestra narración nos parezca que hubo exceso de confianza, que estuvieron nerviosos, que no supieron demostrar su mejor condición futbolística con relación a los australianos, aún así, no hay espacio para el reproche. Pues si miramos el recorrido a lo largo de todos estos años, nos volveremos a regocijar con un poco de triunfos y experiencias mundialistas que nos hicieron vibrar hasta las lágrimas de emoción y alegría. Hoy nos toca llorar de tristeza y terminamos comprendiendo que la felicidad no es ni debe ser eterna, pues es la mejor garantía para continuar evolucionando en medio de este mundanal ruido existencial. Y en el caso del fútbol peruano, sin duda, la blanquiroja ha sido y esperemos continúe siendo la mejor lección de unión y peruanidad de los últimos tiempos.

Como diría el poeta:

“Así pasa la vida,
con cánticos aleves de agostada bacante.
Yo voy todo azorado, adelante… adelante,
rezongando mi marcha funeral”.

Pero cual Lázaros volveremos, no lo duden, volveremos a levantarnos. ¡Arriba Perú!

JCR

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Written by JORGE CARRION RUBIO

Soy tal vez aquella brisa que acaricia tu existencia, es decir, escritor, poeta, periodista, hombre de a pie. Si me buscas en google reconocerás mis pasos…

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